Procedimiento
La aplicación de la pintura al polvo se realiza mediante un equipo especial capaz de cargar eléctricamente las partículas del polvo que se proyectarán sobre la superficie que se quiere pintar. Esta carga eléctrica permitirá que la pintura al polvo se adhiera de manera estable a la superficie tratada.
Habitualmente, tras la aplicación de la pintura al polvo sobre la superficie, se aplica calor a ésta por medio de hornos continuos o discontinuos durante un tiempo determinado lo que permitirá la fusión de la pintura al polvo en la superficie de la pieza a pintar. De esta manera se consigue una adherencia resistente y estable que permitirá el uso de la pieza pintada en ambientes de uso muy exigentes.
Ventajas de la pintura en polvo
Si comparamos la pintura en polvo con otros tipos de pintura tradicionales como la pintura líquida por ejemplo obtendremos una serie de ventajas muy a tener en cuenta como son:
• No es necesario realizar mezclas ni viscosidades.
• Facilidad de aplicación.
• Menos superficie para el almacenamiento de piezas dentro del proceso.
• Ahorro de energía al no tener que evaporar agua o solventes orgánicos.
• Generalmente es suficiente con una sola mano de pintura.
• Ahorro del producto ya que se aprovecha más del 95%.
• Libre de solventes incluso durante su proceso de fabricación.
• Almacenaje en instalaciones normales sin condiciones especiales.
• No genera residuos tóxicos con un tratamiento posterior.
• Existen variedades para exterior resistentes a ambientes agresivos.
• Variedad muy extensa en texturas, colores, efectos…
• Mucha resistencia a la luz solar y la corrosión.
• Resistencia a la abrasión y alta propiedad mecánica.
• Óptima cobertura de bordes de piezas.
• Facilidad de aplicación.
• Con una sola aplicación se pueden obtener altos espesores.